Trabajos de taller
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“Ama el arte,
que de todas las mentiras
es la menos falaz”
Gustave Flaubert
CRÍTICA (Fragmento)
POR Michael Greenberg Desde 1975, César Aira ha publicado alrededor de 70 novelas –es difícil llegar a un cálculo exacto y el número sigue en aumento. En general no superan las cien páginas: creaciones densas, impredecibles, presentadas en un estilo llano, sigilosamente lírico capaz de ajustarse a la propensión de Aira a mezclar metafísica, realismo, literatura barata e incongruencias dadaístas. Nada más que por el número de libros ya engendró una mini-industria en Buenos Aires que involucra a imprentas emergentes así como a editoriales más establecidas que comparten la tarea de publicar su trabajo. El procedimiento, como lo llama Aira, es el aspecto más fascinante y perturbador de su obra. Implica adherir a un ritual invariable: desde el papel para escribir especial que Aira le compra a la empresa que hace los billetes para la casa de la moneda argentina hasta la tinta fina para las plumas Mont Blanc y Vuitton que emplea para favorecer la sensación de que cada día creó un “dibujo escrito”. Ese dibujo diario lo realiza en una serie de cafés en su barrio de Flores. Cuando termina su trabajo del día, la historia debe avanzar, nunca retroceder, lo que Aira llama “la fuga hacia adelante”. No es escritura automática ni “la primera idea es la mejor”, tal como la abordan otros experimentalistas: la composición es lenta, deliberada, rara vez más de una página por día. Una vez que Aira terminó el trabajo, las revisiones están, no obstante, estrictamente prohibidas. La historia debe desarrollarse a partir de lo escrito el día anterior, lo cual lo obliga a pensar ideas y giros argumentales siempre nuevos. Radiografía de un autor [...] [...] El diálogo, por ejemplo, se inscribe de tal manera en sus narraciones que el lector casi nunca experimenta la respiración de una palabra dicha. La escenografía y la circunstancia pueden cambiar pero el procedimiento se repite. La brevedad de las novelas impide que lo monótono se vuelva opresivo. La técnica de “huida hacia adelante” favorece cierta velocidad, que tiene el efecto de hacer que el lector se sienta precariamente suspendido entre lo creíble y lo descabellado, en general esto último como dominante. El esfuerzo que realiza Aira por combinar dos polos estéticos –la anti-novela con la novela realista, lo simple con lo rococó, el minimalismo con la meta-ficción, el azar con el cálculo– aporta buena parte de la tensión a su obra. Su experimento podría ser tan imposible como el de Humboldt, pero su ambición posee cierta magnificencia. (c) The New York Review of Books y Clarín. Traducción: Cristina Sardoy
Fuente: Revista de cultura Ñ, Suplemento diario Clarín. (c) Copyright 2011. Prohibida su reproducción parcial o total, Ley 11.723. |