LA PALABRA POÉTICA Y SUS ESTIGMAS VIII Jorge Luis Borges 1964 I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines. Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías. Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor. Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido. Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Porque no hay formas, no hay cruces ni hay heridas y ya nadie dirá lo que se ha dicho, el agridulce elixir de tu partida me vuelve impune en adiós indefinido. No aprenderé a olvidar porque no quiero es este regodeo, este estar vivo que me desnuda el alma en un cortejo, resucitándome, fiel, en mi equilibrio. Marilú Ferro
Copyright Marilú Ferro. Setiembre 2012
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