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“Ama el arte,
que de todas las mentiras
es la menos falaz”
Gustave Flaubert
El retorno del señor Tales |
“¿Por qué te dejé ir? Ahora estás en el fondo del abismo. Y yo me siento solo, como nunca antes. Ya es tarde, ya nadie podrá rescatarte. Y ya nadie puede rescatarme a mí”.
Lunes 14 de diciembre, 9 hs “Yo te dije que me escucharas, aunque fuera por última vez. Pero vos te negaste. Es tu culpa que ahora estemos separados. Sólo te pedí una última oportunidad”. El señor Tales escuchó la sirena del auto desde la pequeña habitación de su vieja y venida abajo casita cercana a la playa. El descanso interrumpido y la curiosidad lo levantaron de su cama. Se vistió rápidamente (ojotas, malla y chomba) y cruzó la única calle que lo separaba de los médanos. Enseguida echó una rápida ojeada a la escena. Su antigua profesión le había dejado una gran capacidad para ver donde nadie ve. Un joven delgado, con pantalón de gimnasia, acorde al clima fresco que reina en la costa a horas tempranas, estaba parado cerca del bote con cara de preocupación y hablaba con un hombre de uniforme. La botamanga de su pantalón -al igual que sus zapatillas- estaban mojadas, así como los puños del buzo. Una muchacha despeinada, en bermuda, remera de mangas largas y zapatillas, observaba con expresión de tristeza. Sus manos temblorosas ocultaban parte de su rostro. Un joven de músculos trabajados que no lograban ser disimulados a través del traje de neoprene que cubría su cuerpo, contemplaba la escena alejado del resto de los concurrentes. Más alejado aún pero en un lugar desde donde podía ver lo que acontecía, un hombre vestido con jeans, zapatos acordonados y camisa a rayas permanecía sentado sobre la arena. A su alrededor, Tales pudo divisar un charco de agua que chorreaba de sus ropas húmedas. Martes 15 de diciembre, 10 hs Jaime Tales, sentado en su destartalado sillón, escuchaba con atención las declaraciones del muchacho. Repasó en su mente la escena del día anterior en la playa. Recordó ese cosquilleo que lo acosaba cada vez que algo extraño había sucedido.
M. M. |